Antes de nada mira el vídeo de la Entrada Anterior. Obsérvalo cuantas veces quieras y siempre tendrá el mismo efecto desconcertante. Sí. Todos los rombos son exactamente iguales aunque tu cerebro se empeñe en enviarte información engañosa (Aviso: Fíjate en el color, no en el tamaño). La frase que titula este post es del astrónomo Neil deGrasse Tyson, quien se quejaba en una conferencia reciente de que les llamemos "ilusiones ópticas" cuando en realidad no son más que fallos que comete nuestro cerebro al interpretar la realidad. ¿Quieres saber por qué vemos los rombos diferentes?
En realidad los rombos no tienen un color uniforme, sino que son más claros en la parte superior y se van oscureciendo gradualmente hacia abajo. Basta colocar un dedo en el medio de cada rombo para comprobarlo. La presencia de los rombos blancos arriba hace que los de la parte superior parezcan más oscuros de lo que son. Nuestra mente establece referencias entre unos y otros y hace que los veamos totalmente distintos. Es la manera en que percibimos el color y las formas lo que nos engaña. O dicho de otra forma, somos buenos con los límites y malos con los tonos.
Pero si no lo has visto claro, te voy a liar un poco más. Mira el siguiente vídeo donde sucede lo mismo y lo contrario, vemos los cuadros distintos hasta que le ponemos un objeto entre medias:
Como ves, cada rectángulo azul también está degradado (esta vez de izquierda a derecha) de modo que los vemos totalmente diferentes salvo que eliminemos los límites. Este efecto, relacionado con un fenómeno denominado inhibición lateral, prueba de nuevo que nuestro cerebro es bueno detectando los límites de las formas pero un poco torpe con los cambios de tonalidad.
Este otro ejemplo en la página del MIT muestra un caso parecido:
Los cuadros A y B parecen completamente diferentes, ¿verdad? Pues en realidad son del mismo color (compruébalo). La explicación es parecida a los casos anteriores. Para apreciar las formas y el límite de los objetos, nuestro sistema visual realiza pequeños ajustes y tiende a ignorar los cambios graduales de luz. De este modo, la proximidad de un tono a otro hace que se confíe y que perciba los colores de un modo subjetivo. Útil para nuestra supervivencia, pero definitivamente erróneo.
(Redacción de Fogonazos)
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